En Busca del Sentido. Un mapa, un faro
¿Cuáles son las claves de la existencia? ¿Hay algún secreto para el mejor vivir? Durante la historia de la humanidad, preguntas como estas han sido la constante y los seres humanos han puesto mucho esfuerzo en intentar responderlas, generando incluso nuevas y más profundas reflexiones y una gran diversidad de perspectivas.
En artículos anteriores ya hemos reconocido lo importantes que son la solidaridad y la ayuda mutua para el desarrollo de los seres humanos, entendiendo que también debe existir un orden y un sentido de pertenencia que nos motive a estar unidos. Todo esto se convierte en una fórmula poderosísima para la existencia.
Pero la fórmula no termina allí. Porque se necesitan unos cimientos que orienten las acciones para asegurar que, en primer lugar, los objetivos estén claros, como un mapa o un faro que guíe el camino a seguir.
Esta idea de las bases no es algo lejano ni nuevo, lo encontramos en muchos aspectos de la naturaleza y también está presente en nuestra propia composición interna como seres humanos.
EL ADN, NUESTRO MANUAL DE INSTRUCCIONES
Existe una molécula que se convierte en una hoja de ruta y que indica cómo debería verse y funcionar una especie u otra. Este maravilloso elemento es el ácido desoxirribonucleico, más conocido como ADN.
Se trata de una molécula compleja que contiene la información genética necesaria para el desarrollo, funcionamiento y reproducción, y que reside en el núcleo de cada célula de nuestro cuerpo. Es como un manual de instrucciones donde vienen escritas las pautas que definen el desarrollo y funcionamiento de todos los organismos vivos.
Este se organiza y compacta en unas estructuras llamadas cromosomas, diferentes según la especie. El ADN humano consta de unos 3 mil millones de bases, siendo el 99 por ciento de esas bases iguales en todas las personas mientras que el 1 % restante es responsable de las características particulares que hacen que cada individuo sea único, como su color de ojos o de cabello. Además, esta información es hereditaria: se transmite de generación en generación.
El estudio del ADN es clave; sin embargo, gran parte de su funcionamiento sigue siendo un misterio. Se ha logrado identificar que nuestro ADN, además de contener instrucciones para corregir y regular nuestras células y sistemas biológicos, incluido nuestro cerebro, puede influir en nuestros rasgos y características psicológicas, como la personalidad, la inteligencia y la predisposición a ciertas enfermedades.
Pero conocer sobre esas bases que nos conforman puede ayudarnos no sólo para entendernos mejor como seres humanos y el mundo que nos rodea, sino también para proponer formas de vivir mejor.
ADN DE LA VIDA
Así como el ADN es la molécula elemental que da las bases para la vida y las características de las especies, podríamos trasladar esta idea a la vida en sociedad, estableciendo una serie de pautas y conceptos que funcionan como guía y orientan su desarrollo.
A lo largo de la historia, mientras las relaciones humanas se complejizaban y la necesidad de vivir en comunidad crecía, se crearon normas morales y éticas para ayudarnos a diferenciar entre el bien y el mal, así como normas sociales y legales para delimitar las acciones.
Si observamos el mundo vemos como, al igual que existe un ADN para cada individuo que lo hace único, también en nuestro planeta cada país tiene sus propias características y leyes que los regulan. Así podemos decir que los colombianos tenemos ciertas características, los franceses otros, los alemanes, los coreanos, los españoles etc. Pero para una sana convivencia, se nos invita a la reflexión y al respeto de normas comunes; por ejemplo, el respeto a la vida. Podríamos decir que es un ADN de la vida en comunidad.
EL ADN COOPERATIVO
En las cooperativas existe una serie de valores y de principios que son la hoja de ruta para su funcionamiento y que las hacen ser lo que son. Los teóricos coinciden en que el contar con estos principios y valores ha sido la clave del éxito del movimiento cooperativo, pues le han permitido expandirse por todo el mundo y en todos los sectores económicos.
5Los valores son lo que les da sentido, aquello que las mueve; estos dignifican y ponen en el centro al ser humano. Y los principios son las guías que indican cómo debe funcionar la empresa para que se mantenga fiel a esos valores.
6Estos valores y principios cooperativos son universales. Fueron formulados por primera vez en 1844 por la Sociedad de los Probos Pioneros de Rochadale, considerada la primera cooperativa exitosa del mundo. Y en 1995 la Alianza Cooperativa Internacional los adaptó y adoptó como valores y principios universales, convirtiéndose así en la guía e identidad de las cooperativas en cualquier lugar del mundo.
Pero ¿cuáles son exactamente esos principios y valores y cómo los podemos usar dentro del cooperativismo? Esto es lo que seguiremos descubriendo en nuestros próximos artículos.
Fecha de publicación 19/11/2024
Última modificación 20/11/2024