Una carta al Planeta

“No puedo hacer todo el bien que el planeta necesita, pero el planeta necesita todo el bien que pueda hacer”.

Esta es una frase del proyecto RE PLANETA TE¹ que leí hace unos meses y el cual nos impulsa a tomar conciencia y acciones concretas para la conservación y el cuidado de nuestro planeta. 

Vivir con conciencia conlleva deberes y nos implica estar más atentos y hacer el bien a todo lo que nos rodea, desde nuestros seres queridos, hasta lo que no puede hablarnos, como los animales y el ambiente.

En su famoso libro Ética a Nicómaco², Aristóteles planteó una teoría ética que establece la felicidad como fundamento de la vida moral y como un bien supremo que toda persona desea alcanzar. Para lograrlo debemos actuar correctamente. En otras palabras, seremos felices en la medida que hacemos el bien.

La ética medioambiental nos conmina a los deberes y responsabilidades con la naturaleza, los seres vivos y las generaciones futuras.

Colombia está respondiendo a este compromiso ético medioambiental, transitando hacia una economía circular³ que orienta a un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido, reduciendo la producción al mínimo posible y disminuyendo el impacto sobre los recursos naturales.

La aprobación del proyecto de Ley 213 de 2021 va en esa dirección, buscando reducir el consumo y la producción de ciertos productos plásticos de un solo uso. También, el Plan Nacional para la Gestión Sostenible de Plásticos, construido con el sector productivo y la academia, contribuye con este propósito.
 

Se destaca también Camino a cero, el conjunto de estrategias que Colombia ha desarrollado frente al calentamiento global, así como la aprobación del Proyecto de Ley 336 de 2021 o Ley de Acción Climática, que impulsa el desarrollo bajo en carbono del país.

Colombia también participa en la iniciativa global BiodiverCiudades al 2030, que reúne los gobiernos de las distintas ciudades, las empresas y la sociedad civil con el fin de forjar un futuro en donde la naturaleza beneficie a las ciudades y las ciudades beneficien a la naturaleza.

Nos corresponde como individuos también preguntarnos qué aportamos cada uno por el bien de nuestro planeta. No importa que nadie nos vea ni nos felicite por hacerlo.

Sirvamos a nuestros semejantes y hagamos el bien a todo lo que nos rodea. Uno hace y deja de hacer cosas por amor, amemos también nuestro medio ambiente, los animales y la naturaleza. 

Quienes practicamos el cooperativismo estamos llamados a poner nuestro granito de arena por un mundo con seres humanos más felices, animales más libres y una naturaleza con más vida.