¿Es rentable la ética?
Por Óscar Germán Montalvo Londoño
Los ilustrados del Siglo XVIII confiaban tanto en la razón, con la idea de que a través del conocimiento y de la ciencia empírica se podía construir un mundo nuevo. Fue tanta esta confianza, que el filósofo Immanuel Kant afirmó que un Estado justo sería posible para un pueblo de demonios, con tal de que éstos se apoyaran en la razón.
Pero la historia no le ha dado del todo la razón a Kant. Es cierto que gracias a la razón hemos construido un mundo de progreso tecnológico y avances científicos. Pero a la par se han desbordado inteligencias de “demonios” que han causado guerras, desigualdad, corrupción, muertes y otros males, que no han permitido ni Estados justos, ni un mundo más igualitario.
No basta la razón para construir un mundo o un Estado justo y equitativo; debe haber un ingrediente fundamental: la ética; tanto la individual, como la ética pública.
La filósofa y escritora Adela Cortina señala:
“Ser ético, forjarse un buen carácter, es valioso por sí mismo, aunque solo fuera por mirarse al espejo y encontrarse presentable. Sin embargo, no es menos cierto que también la ética tiene un valor de uso, y no sólo la ética personal, sino también la ética de las organizaciones e instituciones de la vida pública (…) (Éstas) sólo si funcionan éticamente ganan la legitimidad a que deben hacerse acreedoras ante una ciudadanía cada vez más consciente de serlo y también la viabilidad, el permanecer realizando su tarea, que es la obligación a la que está ligada cualquier organización." 1
Aquí se hace visible la rentabilidad de la ética. Para una organización está dada por su legitimidad y su viabilidad ante la ciudadanía. La legitimidad consiste en actuar persiguiendo las metas por las que la sociedad le ha dado el visto bueno para que exista y que asuma su responsabilidad social. No satisfacer esas exigencias resulta perjudicial, mientras que generar “capital-simpatía” resulta imprescindible. La viabilidad es la permanencia a largo plazo, gracias a que sus miembros han sustituido el conflicto por la cooperación, haciéndose más competitivos, es decir, más rentables.2
Desde hace muchos años Coomeva, como organización cooperativa, ha comprendido este valor intangible de la conducta ética, poniéndolo en práctica y cuidándolo en todos sus estamentos dirigenciales y gerenciales. En estos momentos de crisis de credibilidad, de corrupción pública, maquinadas por mentes demoníacas, sea la ocasión de probar, a partir de lo actuado, que somos legítimos y viables, y que la ética sí es rentable.
1 Cortina, A. Hasta un pueblo de demonios. Ética pública y sociedad. Madrid, Taurus, págs. 97-98. (Negrilla propia).
2 Ibid., págs. 104-105.
Fecha de publicación 13/01/2022
Última modificación 18/01/2022