Doctor Víctor Hugo Pinzón Parra
Por Martín Alonso Pinzón Echeverri
Parece mentira que se ha ido, se oía murmurar en el sepelio. No parece, es mentira, él no se ha ido, nos queda en el recuerdo (los muertos viven en el recuerdo de los vivos: Cicerón): su mensaje, su obra, su ejemplo, su legado, su amistad. Sus enseñanzas y ejecutorias merecen un estudio tan especial, que llenarían libros y volúmenes.
Su profesión de médico pediatra que ejercía con mucho éxito y generosidad dejaba vislumbrar un gran espíritu solidario que mantuvo durante toda su existencia y que lo llevó a cofundar y desarrollar el más exitoso modelo cooperativo de Colombia, aquel 4 de marzo de 1964. Recibió grandes reconocimientos nacionales e internacionales; nos llenábamos de orgullo al ser testigos de que siempre que intervenía en foros y encuentros de cooperativismo en Colombia y en el exterior despertaba los más calurosos y prolongados aplausos.
El pensamiento liberal del doctor Pinzón lo inclinaba a defender las causas sociales sobre un principio de igualdad. Era afecto al sindicalismo, sin embargo tuvo que decidir entre el sindicalismo y cooperativismo, dedicándole a este último todo lo que le restaba de vida.
Anecdóticamente cuando el doctor Uriel Estrada les propuso a los médicos crear una cooperativa, al doctor Víctor H. no le gustó la idea, fundamentalmente por dos razones: por esos años las cooperativas estaban desprestigiadas o quebradas y porque los médicos no sabían nada de cooperativismo. Pero una vez que acogió la idea consideró que era indispensable estudiar y se aplicó con envidiable y ejemplar disciplina a esta tarea. Aunque tenía algunas diferencias conceptuales con el doctor Estrada los objetivos y principios eran compartidos; esa circunstancia fue creadora por lo que el futuro de Coomeva estaba garantizado ya que ambos hicieron del cooperativismo su opción de vida.
Como ocurre con los grandes hombres frecuentemente, no todos son éxitos. También hubo errores y derrotas que el doctor Pinzón, redoblando el trabajo y los esfuerzos, logró convertir en aciertos y victorias.
Tal vez él nunca pensó -¿o tal vez sí?- qué Coomeva se convertiría en lo que es hoy: una Cooperativa con más de 260 mil asociados, con uno de los grupos económicos más exitosos del país, con fondos sociales por más de tres billones de pesos, que presta servicios en salud, educación, vivienda, recreación, seguros, fiduciarios, bancarios, no solo a los asociados sino también a la comunidad en general y con gran compromiso con el medio ambiente.
Muchas generaciones aprendieron con él y de él los principios y valores cooperativos que son los que hacen perdurar y trascender a las cooperativas. Sobre todo, cuando se logra un adecuado balance social y cooperativo que permite rendir cuentas a los asociados como dueños, gestores y usuarios, como también a los demás grupos de interés, afirmando así la esencia de la identidad cooperativa.
Grandes dificultades enfrentaron quienes, como yo, han pretendido sintetizar en dos o tres cuartillas los logros que él alcanzó para Coomeva y el cooperativismo colombiano. Vale mencionar algunos de ellos:
Convencido de que “la edad solo es un número” declaraba que su época de mayor felicidad había sido en los años en que las estadísticas catalogan la vejez. Pero no solo de felicidad, también de responsabilidad y sacrificio, ya que a sus 75 años asumió por segunda vez la gerencia de la Cooperativa, con la misma voluntad y entereza con que a sus 41 años emprendió la tarea de cofundar a Coomeva en compañía del doctor Uriel Estrada Calderón. Pocos años más tarde tendría que enfrentar los enormes retos que se presentaron en Colombia en la época en el que el cooperativismo se vio amenazado de muerte por un entorno que puso al Estado en una condición de Estado fallido.
El envejecimiento no era para el doctor Pinzón el inicio de un viaje inexorable hacia la muerte sino la oportunidad de una vida nueva llena de posibilidades. En compañía de la doctora Mónica Caicedo Hoffman se dio a la tarea de diseñar el programa para los asociados de la llamada “tercera edad”, el cual luego quiso que hiciera parte del Plan Estratégico de la Cooperativa. Hoy Vida en Plenitud es uno de los programas bandera de nuestra institución, que ofrece viajes turísticos colectivos, actividades en deportes, pintura, literatura, música, acondicionamiento físico. Pero lo más importante en este aspecto fue la creación del Fondo de Solidaridad y su Amparo de Perseverancia, que prácticamente corresponde a una verdadera jubilación. De este modo demostró que los fondos son el corazón del cooperativismo.
También la juventud hizo parte de sus grandes realizaciones. Consideraba que allí estaba el futuro de la Cooperativa y que por lo tanto había que formar líderes jóvenes comprometidos con el desarrollo continuo de Coomeva.
Se preocupó por la equidad de género. Afirmaba con enorme certidumbre que la mujer debía ocupar el lugar que, en justicia, le correspondía en la historia de la humanidad. Compartía con Mauro Torres que “La historia la echaron a andar las mujeres y los hombres con sus talentos conjugados, no los hombres solos, no las mujeres solas…” Esa verdad y esa creatividad nos permitieron sobrevivir. Cuando apareció la guerra por primera vez en la historia “desgarró aquella unidad natural de hombres y mujeres para siempre, o por lo menos durante miles de años hasta nuestros días”. El doctor Pinzón luchó en Coomeva porque existiera esa necesaria equidad y así nació el exitoso, cuando no, Comité de Género en la Cooperativa.
En 1973 creó la Medicina Prepagada en Coomeva, hoy, la más antigua y una de las más exitosas del país. Veinte años después apareció la Ley 100 y Coomeva creyó que era su obligación moral y social crear una Empresa Promotora de Salud, EPS, que infortunadamente, dada la equivocada estructura del Sistema de Salud, se convirtió en una carga demasiado pesada para nuestra institución.
Y luego se creó Bancoomeva en una agitada y debatida Asamblea General de Delegados. Era preciso hacerlo. Coomeva pagaba enormes comisiones a la banca privada; además era necesario establecer mejores controles y ofrecer a los asociados una entidad segura para el manejo de sus recursos, así como a la comunidad; en general, crear un banco de origen cooperativo.
Todavía hay mucho que decir y se dirá a su debido tiempo sobre la vida y obra de quien es el ícono mayor de Coomeva.
De todos sus sueños hubo uno que no se cumplió: la creación de cooperativas campesinas. Tenía el convencimiento de que el desarrollo del campo traería para todos los colombianos la verdadera y permanente paz.
La reconocida modestia del doctor Pinzón, privativa de los verdaderos hombres grandes, me hacen recordar las palabras de Choquehuanca en honor a Bolívar: su fama, su legado y reconocimiento “crecerán como crece la sombra cuando el sol declina”.
Fecha de publicación 12/01/2022
Última modificación 18/01/2022