Tres cooperativas textileras dan ejemplo de trabajo asociado
En Marinilla y Santuario, al oriente de Antioquia, tres cooperativas de trabajo asociado son un ejemplo de creación de trabajo asociado, generación de bienestar y sostenibilidad empresarial.
Por Fernando Chaves Valbuena
Hace 39 años, Luis Gilberto Giraldo era el gerente de relaciones industriales de la textilera Leonisa, pero le preocupaba la realidad de la mujer en su natal Marinilla: “En el pueblo mío no había nada que le ayudara a sobrevivir. Terminaba su bachillerato y a encerrarse en la casa porque no tenían nada que hacer”, dijo en un testimonio para un video de Confecoop Antioquia. Eso lo vivió Lucelly Gómez, quien hoy es una de las asociadas más antiguas de la cooperativa Incoomar.
Entonces, un día en plena Junta Directiva, Luis Gilberto les soltó la idea a los dueños de Leonisa, Julio y Joaquín Urrea: crear una cooperativa que hiciera maquila de ropa íntima, así la compañía podría aumentar su producción y Marinilla mejoraría sus posibilidades de trabajo para las mujeres. A los hermanos les sonó la idea y ofrecieron todo su apoyo.
Así, con 30 bachilleres como asociadas, nació la Industria Cooperativa de Marinilla, Incoomar. El SENA montó un centro con tres entrenadores y empezaron a formar operarias de confección, mediante una alianza entre el Estado, la empresa privada y la cooperativa.
Crecimiento y multiplicación
El éxito de Incoomar fue tan grande, que a los dos años hubo que replicarlo en el vecino municipio de Santuario. “Un abogado de allá, Jaime Zuluaga, le propuso al doctor Giraldo que crearan una cooperativa semejante, porque allá también las jóvenes estaban sin oficio. Y así surgió la Empresa Cooperativa El Santuario, Ecooelsa”, evoca Carlos Giraldo, actual gerente de Incoomar.
15 años después, el crecimiento de Leonisa y de su demanda a las dos cooperativas, dio origen a una tercera, la Cooperativa Industrial de Marinilla, Coopimar, que tuvo la financiación y apoyo del Banco Mundial, la Corporación Caraná, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Fundación Social, Acción Social y el SENA, con una inversión superior a los 4.000 millones de pesos.
“Entre las tres cooperativas confeccionamos 9.000 brasieres diarios, unos 10.000 pantis, 4.000 bóxer, 4.000 leggins y unas 1.500 fajas, que suma entre 25% y 30% de la producción de Leonisa. Tenemos unas 750 personas directas vinculadas a las tres cooperativas, unos $20.000 millones en maquinaria y más de 12.000 metros cuadrados de construcción”, afirma Carlos Giraldo. Y agrega que las cooperativas tienen autonomía total. “Leonisa no se mete en la parte administrativa, ni contable. Las cooperativas tienen su propia gerencia y sus órganos de administración y control”.
Cooperativas para el buen vivir
La contadora de Incoomar es una asociada que se inició como operaria de máquina y cursó su carrera profesional gracias a su trabajo en la cooperativa. En pocos meses se jubilará y su cargo lo ocupará otra profesional que cumplió el mismo ciclo: desde operaria hasta contadora. Otra asociada que llegó a trabajar en salud ocupacional, se ha empoderado y ahora ocupará un cargo gerencial. Las entrenadoras de las nuevas operarias también se iniciaron como operarias. “Se ha tratado de darles empoderamiento para que ellas manejen la cooperativa. Tenemos mucho apoyo para la educación y el fortalecimiento de las asociadas”, dice Giraldo.
Estos procesos obedecen al ideal de las tres cooperativas de incidir en un cambio significativo en la vida de sus asociadas y sus familias, en su bienestar y buen vivir. Por eso, además de procurar su educación, se han preocupado por ayudarles a tener una vivienda digna. “La primera preocupación de nosotros cuando entran a trabajar es ayudarles a conseguir la casa a los que la necesitan”, dice el fundador Luis Gilberto Giraldo.
Luis Gilberto Giraldo, fundador de Incoomar.
Por eso, le vendieron a Comfama, la idea de ejecutar en conjunto proyectos de vivienda para los asociados. Así, han participado en el desarrollo de las urbanizaciones Bariloche, Villa de Ensueño y Los Sauces y han gestionado viviendas para sus asociadas en otros proyectos, sumando el subsidio para vivienda de interés social del Estado, un préstamo de la cooperativa, el ahorro programado y las cesantías de las trabajadoras.
A la asociada Gladis Salazar, de Ecooelsa le cambió la vida: “Saqué adelante a mis hermanitos, a mi papá y mi mamá y ahora a mis hijos les he dado el estudio y pude conseguir casita propia”.
Las cooperativas también se han interesado en promover el arte y la cultura en sus municipios, en el marco del séptimo principio cooperativo. Entre estas acciones se destaca la escuela de música “Marinilla con Alma Musical”, por la cual han pasado más de 2.000 jóvenes, algunos de los cuales ha hecho carrera como músicos.
Un futuro sostenible
“Una maquila de una señora con su hermana, su cuñada y su hija, puede ser un emprendimiento muy bonito, pero eso al final se quiebra”, sentencia Carlos Giraldo. “Hay que meterle tecnología, nosotros tenemos máquinas de $20 y $30 millones; hay que meterle costeo, saber cuánto se puede cobrar, cuánto se puede negociar”.
Él asegura que el éxito de las tres cooperativas textileras del oriente antioqueño se debe a que han sido manejadas como empresas, combinando los principios cooperativos con criterios empresariales como la organización, la calidad y la productividad. “Hay que meterle tecnología y profesionalismo para que esto pueda funcionar”.
Fecha de publicación 12/06/2022
Última modificación 15/06/2022